¡Ya lo tenía todo organizado! Durante una semana estuve preparándome para el curso. Había hecho espacio en mi agenda; organizado mis apuntes que debía llevar; lo que me pondría. Incluso, todos los días le recordaba a mi esposo la hora en punto que me fuera a buscar. Estaba lista y emocionada, pero no me esperaba la mala pasada que mi “déficit de atención” me jugaría.
Y por fin llegó aquel esperado viernes. Estuve temprano en casa del trabajo, me duché, me arreglé y dejé todas las instrucciones necesarias a todos mis “machos” (mi esposo, dos hijos y dos gatos), para que pudieran subsistir durante las cuatro largas horas que duraba el curso, organizado Lideramente, que conozco gracias a @mibotica.esencial, la gran comunidad de aceites esenciales a la que pertenezco.
A las 4:30 pm salí y me fui caminando por el Parque Omar hacia la casa de Andreína Chacín, de @Lidera_mente, donde sería el curso, pues me queda cerca de donde vivo. Ella generosamente había organizado un curso sobre programación neurolingüística y algunas que tenemos la dicha de conocerla personalmente, fuimos invitadas por ella misma a participar en él.
Por mi profesión, era un tema que me interesaba y llamaba la atención, pero por el típico “no tengo tiempo” no había podido estudiar. Además, por temas de bioseguridad, el curso solo tenía muy pocos cupos, por lo que me sentía una gran afortunada.
Los diez minutos de caminata pasaban lento y mientras más me acercaba, más contenta me ponía. Llegué al edificio, a eso de las 4:45 pm, muy emocionada llamé al intercomunicador del apartamento y después de unos timbrazos me responde la hija. Inmediatamente noté que algo andaba mal cuando me dijo que estaba equivocada de apartamento. Fue en ese instante que se me ocurrió mirar todos los datos nuevamente y ahí caí en la cuenta ¡horror! ¡llegué a su casa una semana antes!
¡Trágame tierra!
Comprenderán lo avergonzada que me sentía. Estaba a punto de regresarme con la cola entre las piernas, cuando su hija me dice que suba. Cuando entré a su casa, ella me recibió con los brazos abiertos, una gran sonrisa y sus manos recién pintadas, pues estaba haciéndose la manicure. La vergüenza pasó rápidamente a transformarse en fascinación y mi tremenda “despistada” terminó convirtiéndose en uno de los mejores días de mi vida aquí en Panamá. Conversamos de todo, nos tomamos una cerveza y abrimos una botella de vino, cocinamos lazaña, vimos la Copa América, nos reímos mucho y disfrutamos como locas. Qué les puedo decir… fue una inolvidable sesión de programación neurolingüística y solo para mi.
¡Ahora sí!
El viernes pasado, volví de nuevo a casa de Andreína, esta vez a tomar el curso en la fecha correcta, junto a un grupo de personas extraordinarias, quienes forman la familia de doTERRA Panamá, de las cuales la mayoría conocía solo por Zoom. Guiados por esta extraordinaria profesional y amiga, todos los asistentes enganchamos automáticamente y nos abrimos al aprendizaje y al conocimiento ¡qué tarde tan rica y productiva tuvimos!
Realmente fue delicioso. Lo mejor de todo es que todavía nos quedan siete sesiones más de estudio y de adquirir experiencias nuevas con nosotros mismos, siguiendo la guía de Andreína.
Equivocarte es lo mejor
Siempre hay que agradecer a la vida que nos da la oportunidad de equivocarnos, pues cada situación, por bochornosa que sea, si la aprovechas puede convertirse en un gran momento. Los aceites esenciales, me han regalado espacios para desconectarme de los deberes y obligaciones diarias, hacernos un regalo de autoconocimiento, de detenernos y mirarnos, de oírnos y vernos, de poner atención a las señales para cuidar de nuestro cuerpo y nuestra mente y de hacer grandes amigas.
Atentamente, maestra-esencial.
Carrasquilla, c. 74, PH Hyde Park 1502A, Panamá, 07099
