En el aprendizaje en los niños y todo lo que tiene que ver con la educación y ser padres, es muy importante saber qué podemos esperar en las diferentes etapas del desarrollo cognitivo o del pensamiento de nuestras hijas e hijos.
El aprendizaje en los niños y su desarrollo integral, está compuesto por cuatro aspectos, lo físico, lo emocional, el lenguaje y el pensamiento, estos se van desarrollando como un todo. A veces un área tiene un incremento por sobre otras o bien puede ser que alguna presente retraso.
Desde que nacen, comenzamos un camino evolutivo junto a nuestros hijos, lleno de expectativas que se incrementan a medida que pasan los meses. En el primer mes esperamos que afirmen la cabeza, que duerman 18 horas, que hagan sonidos, que lloren cuando desaparecemos de su campo visual y un largo etc. Siempre estamos atentas a estas diferentes situaciones que vemos, pues los comparamos con los hermanos, primos, amiguitos, etc. y se nos prenden las alarmas cuando nuestro retoño no es capaz de realizar algo que si debiera poder hacer.
Sabemos que no podemos esperar que se salten alguna etapa, pues para lograr caminar, antes deben haber aprendido a sentarse, gatear, sostenerse de alguien o algo para estar de pie y pararse solos. Si bien lo que describo parece evidente, es común que cuando ingresan al jardín infantil, a muchos papás se les olvide que el aprendizaje en los niños es un proceso y quieran que su hija o hijo coloree sin salirse, que comparta sus juguetes, que controle esfínteres, hable “clarito”, cante y un sinfín de cosas que erróneamente pensamos o suponemos que ya debiera hacer.
¡Exigir, exigir hasta reventar!
Esta manía de exigir al máximo a los niños se acentúa y alcanza tintes ilógicos cuando llegan a la educación formal. Hoy en día, maestros y padres, les estamos exigiendo ¡que escriban con letra cursiva y aprendan a leer en kínder! y a ¡hacer análisis morfosintácticos en primer grado! saber los números en inglés y hacer todo en ambos idiomas, si el colegio es bilingüe.
En cuarto grado queremos que entiendan la complejidad de la raíz cuadrada y les planteamos problemas de matemática que deben resolver aplicando tres operaciones diferentes, sin olvidar el orden y la pulcritud que deben llevar en sus cuadernos. Es decir, les exigimos a niños que todavía no han alcanzado un nivel de pensamiento abstracto, que comprendan y se comporten como si tuvieran quince años.
Bulimia educativa
El Ministerio de Educación, responsable de elaborar los planes de estudio, exige a los profesores que introduzcan a la fuerza una gran cantidad de contenido en el proceso de aprendizaje en los niños, utilizando instrumentos de evaluación que sólo miden dos tipos de pensamiento, verbal o lógico-matemático, sin tener en cuenta el estadio de pensamiento en el que se encuentren.
Todo el sistema está presionando y al final los que reciben la mayor carga, a un costo altísimo, son los niños. Así, cuales pavos engordados para el día de acción de gracias, se ven obligados a recibir semana a semana un exceso de información, que memorizarán y luego vomitarán en los exámenes. A este proceso le llamo “bulimia educativa”, porque son muy pocos los que logran asimilar esos conocimientos y aplicarlos en nuevos escenarios. Lo que al final del día es lo que significa aprender.
El caerse, pintar las murallas y dejar sus marcas en ellas, orinarse cuando salen sin pañales, etc. es parte del gran proceso que significa ir creciendo armoniosamente.
Piaget y el desarrollo del aprendizaje en los niños
El biólogo suizo Jean Piaget, en su teoría del desarrollo del pensamiento identificó varios estadios por los que transitamos hasta lograr un pensamiento abstracto.
La primera etapa es la sensorio-motriz. En ella los niños captan el mundo que los rodea a través de sus sentidos. Todos los objetos que tienen en las manos los quieren saborear, tocar, sentir, oler. Esto sucede de los 0 a los 2 años, y no es que a los dos años pasen de manera automática a la etapa siguiente, como dije antes, es un proceso.
La segunda etapa es la preoperatoria, desde los 2 a los 7 años aproximadamente. En esta fase se centran en sus percepciones, son egocéntricos, tienen un pensamiento poco flexible y se guían por los sentidos. Aparece el juego simbólico, en que ellos asumen un rol, juegan a ser otro.
Entre los siete y los doce
Esta es la etapa de las operaciones concretas. Aquí logran hacer relaciones lógicas, utilizar los símbolos y resolver problemas matemáticos, utilizando los datos escritos. Es decir, se van dando cuenta que, por ejemplo, una cantidad no varía aún cuando la pongamos en recipientes de diferentes formas, un litro de agua seguirá siendo un litro, en una jarra alta o en una olla. Cosa que en la etapa anterior no lograban comprender.
A los 12 años, y para el resto de la vida, comienza la etapa de operaciones formales. Es decir, pueden aplicar los conocimientos adquiridos en situaciones pasadas, a nuevos problemas. Pueden ponerse en el lugar del otro y, en teoría, su cerebro está listo para enfrentar situaciones abstractas. Desarrollan un pensamiento más flexibilizado y son capaces de adaptarse a nuevas situaciones, como por ejemplo, entender los átomos o hacer deducciones a partir de premisas, entre otras.
Como la de Piaget, existen varias teorías sobre el desarrollo cognitivo, sin embargo, en general dicen lo mismo. Aunque se centren en pensamiento lógico-matemático, en el lenguaje o en otros aspectos, todas coinciden en que no podemos presionar y “adelantar” el proceso cognitivo de los niños y niñas. Pueden encontrar más información en el excelente emprendimiento Universo Aprendizaje.
Me parece urgente que los funcionarios de los ministerios de educación vuelvan a estudiar y replantear este tipo de contenidos, pues claramente el aprendizaje en los niños, desde la perspectiva del desarrollo de su pensamiento, es un tema importantísimo que no han considerado al momento de fijar los objetivos que creen que los niños pueden alcanzar.
Si nuestro hijo hoy está gateando, mañana no va a correr.
Atentamente, Maestra Esencial.
Carrasquilla, c. 74, PH Hyde Park 1502A, Panamá, 07099
